Mirar hacia adelante.
me había mudado a Martinez, al condominio “La Fábrica” y había montado mi mini atelier en “Pirán Coworking” que era un galpón chiquito, subdividido en micro studios y además estaba ubicado en la misma manzana donde vivía, de hecho, ambos terrenos se tocaban espalda con espalda y soñaba con un pasaje interno que conecte ambas propiedades
también estaba contento porque me habían dado una copia de llaves de la persiana y tenia el permiso para entrar y salir a cualquier hora, al punto que llegue a sentir a ese lugar como una extensión de mi casa, un ambiente mas, separado pero anexionado, mi espacio para experimentar
otra cosa que me tenia feliz era que tenía cerca a la “Heladeria Daniel” y a la “Empanadería Total” pero lo mejor fue, cuando te enteraste que estaba de vuelta por el barrio, esa tarde me escribiste y me invitaste a tomar unos mates esa noche en el jardincito Zen de la terraza de tu casa y cuando llegue (casualmente era el día mas caluroso de ese verano) me abriste el portón vistiendo un bikini blanco y una camisa verde militar arremangada y desabrochada